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¡Hola!

Mi experiencia con la cuentoterapia empieza desde un reto personal y profesional… me acerqué a ella con mucha curiosidad a pesar de mi desconfianza e incredulidad, como terapeuta no me creía que un simple cuento pudiera hacer un trabajo sanador y reparador con niños y adultos.

Lo primero que aprendí de mi misma es que dentro de mi hay una niña con mucho instinto que disfruta enormemente escuchando y contando cuentos… los amigos de cuentoterapia me recordaron que de pequeña mi padre me contaba unos cuentos maravillosos y desordenados sobre vaqueros y caballos, ahora sé que se inspiraba en las novelas de Zane Grey del oeste que él a su vez leyó de niño. En el primer taller lloré y lloré hasta que me desbordé, entonces algo se abrió en mí y no ha dejado de crecer.

Ahora sé que no hay nada ingenuo en un relato o historia, por más infantil que parezca y es tanto lo que me ha dado y espero que siga dándome la cuentoterapia que no se ni por dónde empezar.

La grandeza de los cuentos para mí tiene que ver con su transmisión oral y la generosidad y dulzura con el que tratan cualquier herida difícil del pasado o presente, también me han aportado luz, creatividad, apertura de mente y una familia cuentera llena de energía que crece y crece cada día.

Sabemos que el cuento ha estado entre nosotros desde el inicio del mundo, tenemos memoria y eso nos ayuda a sobrevivir, el cuento y los relatos a la luz de la lumbre crean unión entre los hombres. Como especie gregaria nos sentimos bien creando vínculos y los cuentos los mantienen transmitiendo su sabiduría, también nos avisan de peligros o infortunios. Los cuentos salvajes con sangre y muerte están ahí para el que sepa escucharlos y disfrutarlos desde siempre.

Día a día la cuentoterapia está en mí, compro cuentos que me hicieron emocionarme, memorizo cuando me cuentan y salen de mi cuentos y relatos breves en mis terapias o con amigos, cuando nos reunimos muchas veces me piden cuentos con mirada esperanzada, sólo ver sus caras transformándose en niños ya merece la pena, el “Erase una vez” nos teletransporta a todos.

El cuento sale de mi boca como si fueran conjuros o hechizos que se lanzan en el momento justo y preciso, sabiendo lo que van a hacer y el beneficio que van a ocasionar. A veces hacen sentir bien y otras mal, pero jamás dejan indiferente y me emociona apreciar el efecto de unas simples palabras, ¿o no tan simples?.

Mis maestros cuenteros son muchos en especial cuento con Lorenzo Hernández Pallares, maestro entre maestros y Mariano Cegarra que cuenta los cuentos con una habilidad y dulzura magistrales, también con Paco Jorquera aprendí mucho sobre el apego, el abandono y las adicciones y con Anabel García Capapey sobre la muerte, que está en todas partes y es una gran maestra.

Si tuviera delante a alguien que tuviera curiosidad por saber qué es y conocer la cuentoterapia, sé que mis ojos brillarían de emoción e impaciencia para animarle a acercarse a ella pero creo que uno ha de cruzar esa puerta de manera abierta y generosa y sobre todo cuando sea su momento. Los maestros cuenteros lo saben y así lo hacen.

Y si vas y si vienes a escuchar, escribir, emocionarte, leer o a contar cuentos… «se vale”.

Angelina López Pardo – Madrid – España

Psicóloga colegiada M19451 – Aprende a aprender – http://www.aprendeaaprender.com/
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