Los cuentos han estado presentes en mi vida desde mi infancia, ya que tuve la fortuna de tener unos padres que me contaban cuentos frecuentemente. Aunque nunca me alejé de ellos, fue cuando comencé mi formación como coach y terapeuta transpersonal cuando los descubrí como herramienta de desarrollo personal. Entonces, “casualmente” apareció la cuentoterapia en mi camino.
Comencé la formación en Murcia y continué realizándola siguiendo a Lorenzo allá donde iba hasta que surgió la oportunidad de acercarla a Madrid. Hace un par de años me embarqué en la aventura de organizar la formación aquí y está siendo una experiencia magnífica, pues taller a taller veo cómo evolucionan los alumnos, no únicamente en sus conocimientos sobre cuentoterapia sino en su propio desarrollo personal y profesional. Algunos están haciendo un trabajo precioso con los cuentos, enfocado tanto a niños como adultos.
Desde el primer taller, me di cuenta cómo la cuentoterapia nos permite conocer la simbología más profunda de los cuentos y nos ayuda descifrar su mensaje esencial para poder utilizarlos como herramienta sanadora. Durante el tiempo que llevo cerca de la cuentoterapia he observado, tanto en alumnos y personas a las que acompaño, como en mi propia persona, como el cuento se va colando por las rendijas del inconsciente y puede llegar a desbloquear al racional más boicoteador. De ahí, la importancia de aprender qué cuento contar en cada momento.
Cada taller nos adentra en un aspecto de la vida, por ello, en ocasiones se han movido en mí muchas emociones, pero siempre me ha aportado mucho aprendizaje personal. Es una de las formaciones con las que más he disfrutado, por lo aprendido, por lo comprendido y por lo mucho compartido.
En la actualidad utilizo el cuento en mi trabajo como coach personal y profesional.