En esta sección de CUENTOADICTOS compartimos cuentos. A veces los acompañamos de un vídeo. TE INVITAMOS a explorarla: escuchar, ver, leer y DEJARNOS TUS COMENTARIOS.
El cuento que te presentamos se títula: «La ilusión del libre albedrío» y versa sobre si…
¿Somos dueños de nuestras propias decisiones?
Cuentan las lenguas, no sabemos si malas o o buenas, que el creador nos dio el libre albedrío para que pudiéramos tomar nuestras propias decisiones y que por ello fuimos envidiados por los ángeles, que no tenían ese don. Un don que tiene cruz en su moneda, como todo en la vida, una gracia que puede trastocarse en maldición.
El debate que os planteo es (dejando a parte las manipulaciones político-económicas, de consumo, etc.) si somos realmente dueños de nuestras propias decisiones. ¿Obedecemos a un plan marcado? ¿Matrix, destino o libertad?… O tal vez os apetezca seguir vuestro libre albedrío y escribir cualquier comentario sobre el cuento «La ilusión del libre albedrío», o sobre lo que se os ocurra. Sea como sea, os leo con interés.
De Oscar Wilde
Érase una vez un imán que vivía cerca de unas limaduras de acero. Un día, algunas de las limaduras más pequeñas sintieron una repentina necesidad de visitar al imán. Sin embargo, ya que las limaduras adultas eran realmente muy estrictas, las pequeñas no tenían permiso para salir por su cuenta. Así que trataron de convencer a las limaduras adultas para que las acompañasen a visitar al imán.
Al escuchar su plan, los adultos se emocionaron tanto que llamaron a todos los amigos y parientes que vivían en el barrio vecino, y, reunidos por fin, comenzaron a discutir sobre cuándo exactamente deberían ir. Las limaduras más pequeñas, que para entonces estaban ya muy impacientes, protestaron:
– ¿Por qué no vamos hoy?
Pero algunos de los más indolentes y viejos opinaban que era mejor esperar hasta la mañana siguiente.
Sin darse cuenta, mientras conversaban sin parar, se habían puesto cada vez más cerca del imán. Mientras seguían con la discusión sobre el momento de emprender su largo y arduo viaje, se aproximaban más y más. El imán, que llevaba ya un rato observándolas, yacía en su sitio sin moverse, fingiendo que no se daba cuenta de que estaban allí.
Y cuanto más discutían la cuestión, más crecía en las limaduras el deseo de visitar al imán, hasta que las más pequeñas, que para entonces consideraban que su espera había sido suficiente, declararon que se iban. Para su asombro, la más vieja de las limaduras estuvo de acuerdo. E incluso se le oyó decir que era su deber visitar al imán de inmediato.
Así que finalmente prevalecieron las limaduras más pequeñas, y todas exclamaron en voz alta:
– ¡No hay que por qué esperar! ¡Iremos hoy! ¡Iremos ahora! ¡Iremos de inmediato!
Así, formando un solo cuerpo, todas las limaduras cruzaron el aire volando y en menos de un segundo se adhirieron fuertemente a cada lado del imán.
Una sonrisa iluminó entonces el rostro del imán, que comenzó a reírse por lo bajo, para sí mismo. Y es que incluso ahora que se hallaban pegadas a su cuerpo con tanta fuerza que les era imposible moverse, las limaduras le dejaban entender por su conversación que seguían considerando aquella visita un producto de su libre albedrío.
Sobre el autor
Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde (1854-1900). Oscar Wilde para abreviar, que acabó sus días en París bajo el sobrenombre de Sebastian Melmoth, después de su paso por prisión. Gran poeta, escritor y dramaturgo irlandés.
Oscar Wilde fue un excelente narrador, capaz de improvisar cuentos de principio a fin en una reunión de amigos. El cuento escogido tiene ese toque “perverso” que me cautiva.
El cuento La ilusión del libre albedrío, lo podréis encontrar dentro del libro El arte de conversar, de la editorial Atalanta.